La aplicación de políticas neoliberales ha acentuado la tendencia a
recurrir a los PFI/PPP, es decir: iniciativas de financiación privada.
Con este sistema, una empresa privada “consigue” los fondos que se
requieren para la inversión y los recuperan por medio de la
administración de ese activo (autopista, aeropuerto, hospitales etc.) durante un
periodo prolongado de tiempo.
El atractivo de ésta fórmula para los gobiernos consiste en que la financiación puede contabilizarse
como “préstamo privado” y no aparece en las cuentas públicas como
incremento de deuda. Las empresas se aseguran una continua serie de
pagos garantizados, desde el sector público, por un periodo de 20-30 o
más años.
Así nos encontramos ante un escenario en el que generalmente, se plantea la construcción de un hospital al que se le
recorta en un 20-30% su funcionalidad en el mismo momento de su
licitación. Se gestionan muy hábilmente las expectativas (de usuarios y
profesionales) y se reduce su capacidad en el microsegundo siguiente.
Los costes finales de estos hospitales resultan siempre muy superiores a los de construcción pública (hasta cuatro veces más).
Reduce el nivel de información y la transparencia de gestión de los centros, al quedar en manos de la iniciativa privada. Además incorpora cuando menos, graves tensiones y
disfuncionalidades derivadas de la existencia de una “doble gerencia”:
la asistencial y la del negocio del mantenimiento y los servicios
complementarios, limitando la capacidad de los hospitales para invertir y adaptarse a los cambios tecnológicos y poblacionales.
http://blogs.publico.es/econonuestra/2015/10/15/sanidad-publica-financiacion-privada/
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