La apertura
del hospital de campaña instalado en el recinto ferial Luis Adaro de Gijón dio
ayer lugar a una notable ceremonia de la confusión entre los responsables del
dispositivo sanitario que da respuesta en Asturias a la pandemia de COVID-19.
Según varios especialistas situados en espacios de decisión y consultados por
este periódico, el supuesto cruce de criterios discrepantes se tradujo en un
paciente prácticamente montado en la ambulancia que tenía que trasladarlo a un
centro que estaba llamado a estrenar. Cuando toda la cadena de mando daba por
hecho que el hospital sería inaugurado de inmediato, llegó una contraorden que
adujo que aún faltaban detalles en la instalación y que el estreno tenía que
posponerse.
Entre tanto,
los trabajadores contratados en los últimos días ya estaban ocupando sus
puestos en una instalación prevista para albergar 144 camas. Teóricamente, está
concebida para enfermos que no necesitan una atención sanitaria intensiva pero
que, al mismo tiempo, aún no están listos para regresar a su domicilio porque
precisan, por ejemplo, unos días más de tratamiento con terapias de oxígeno.
Ayer habían acudido a su puesto de trabajo en el recinto un médico, dos
enfermeras, tres técnicos de cuidados auxiliares de enfermería y un celador,
con la idea de trabajar en uno de los seis bloques instalados, con 24 camas.
Durante la
mañana, en el hospital gijonés de Cabueñes se había seleccionado a tres
posibles "candidatos" para estrenar este espacio: eran los tres
enfermos ingresados en la séptima planta que más se habían recuperado. El
equipo sanitario fue citado en el recinto a las seis de la mañana, para
prepararse con tiempo suficiente y empezar a trabajar a las ocho. Anteayer ya
habían aprendido, por ejemplo, a ponerse y quitarse los equipos de protección
individual (EPI). Los contratados subrayan que la instalación parece estar
"muy bien organizada" en cuanto a protocolos.
El personal
de Cabueñes nunca llegó a tener claro que esta derivación de enfermos se fuese
a llevar a cabo. "Todo eso es contradictorio; aún tenemos margen. El HUCA
está a la mitad de su capacidad real y los centros de Begoña y Covadonga aún
tienen huecos libres. Los internados en residencias de ancianos deberían
quedarse allí salvo casos muy puntuales; para eso se contrató personal
sanitario de apoyo", argumentaron empleados del servicio de Urgencias del
hospital gijonés.
Entre los
buenos conocedores de la red sanitaria de respuesta a la pandemia, la opinión
predominante es que montar esta instalación ha sido un acierto de la Consejería
de Salud en momentos de enorme incertidumbre sobre las potenciales dimensiones
del proceso epidémico. Sin embargo, agregan que carece de sentido poner en
marcha un recinto sanitario provisional cuando, según datos de la Consejería de
Salud correspondientes al pasado lunes, el nivel de ocupación de los hospitales
de la región es del 54 por ciento, lo que se traduce en varios centenares de
camas libres.
"Es
absurdo", declaró ayer a LA NUEVA ESPAÑA uno de los mejores conocedores
del operativo sanitario del Principado. "No tiene justificación; tiene
toda la pinta de ser un gesto de cara a la galería", destacó otro
especialista del sistema. Entre los sindicatos de la sanidad prevalece la
postura de que abrir el hospital de la Feria estaría justificado ante un gran
aumento del número de contagiados o la necesidad de acoger a enfermos de otras
comunidades autónomas. Fuera de estos supuestos, valoran la medida como un
dispendio "no solo de dinero, sino también de profesionales, que
escasean" y que, en algunos casos, son sustraídos a otros dispositivos
sanitarios de Asturias.
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